Acabo de amanecer en un retiro casi lleno.
Me dí cuenta que tengo la caducidad de una mariposa que dicta los detalles
en una transcripción casi agonizante.
Me doy cuenta.
Si la abstracción me lleva a verme desdoblada delante de mi cuerpo.
No me preguntes nada,
las respuestas huyeron.
Pero, ¿donde estan las afirmaciones?
He cogido mi cuerpo,
como una balanza,
intento buscar el equilibrio perfecto a las lágrimas que he deshechado.
Encuentro la piel como la roca de un reptil,
encuentro el salpullido de mis uñas sobre el suelo arrancando la hoja
que levanta la baldosa de la furia.
Sigo igual que cuando comencé.
Pero he firmado una nómina.
El precio de mi desidia,
y me quedé sin contrato indefinido
frente a la eternidad.
Es cierto; preguntas.
Allí acabaron las afirmaciones.
Adivina,
estoy sin soplo.
Si me violas,
quizás respire.